Alergias e Intolerancias Alimenticias

Al menos 1 de cada 5 personas piensa o percibe que presenta una reacción adversa a uno o múltiples tipos de alimentos.

¿Cuáles son los diferentes tipos de reacciones adversas a alimentos?

Se pueden clasificar como:

  • De origen inmunológico (o inmune – mediadas): alergia alimentaria y la Enfermedad Celiaca.
  • De origen no inumonógico: intolerancias alimentarias.
  • De origen tóxico.

Alergias alimentarias

La alergia alimentaria es una reacción adversa derivada de un mecanismo inmunológico de sensibilización (IgE mediado), en este caso por un alergeno alimentario, reproducible por exposición al agente y que se previene de forma completa al evitarlo. Si bien en la infancia son más frecuentes, en la edad adulta afectan a menos del 2% de las personas.

Su diagnóstico requiere de evidenciar la sensibilización y del contexto clínico que presenta el paciente. Dado que aparte de poder presentar síntomas digestivos (vómitos, diarrea…) el paciente va a presentar síntomas alérgicos: Urticaria, broncoespasmo, rinitis, espasmo laríngeo, angioedema (hinchazón de los tejidos bucales y faríngeos) e incluso llegando a una reacción grave alérgica o anafilaxis. 

Es típico el picor de boca al comenzar a comer el alimento. 

Requiere de un estudio y diagnóstico por un médico especialista en Alergología. Además existen reacciones cruzadas entre alimentos y con otro tipo de sustancias, que también se deberán evitar.

Existen otro tipo de alergias alimentarias muy infrecuentes no mediadas por la inmunoglobulina E y otras mixtas, en su mecanismo de producción, como diferentes enfermedades digestivas eosinofílicas como la esofagitis eosinófila que se desarrollaran de forma específica en esta página web.

Intolerancias alimentarias

Son reacciones adversas que no son mediadas por el sistema inmune.

  • La que deriva de un proceso orgánico con un mecanismo de producción o fisiopatológico identificable como la intolerancia a la lactosa o fructosa; o las derivadas de la acción de la cafeína o de la tiramina u otras aminas vasoactivas dependientes de la dosis y presentes en quesos fermentados, vino, chocolate, crustáceos… y a veces en relación a la toma de ciertos medicamentos.
  • Dados los cambios alimentarios en las sociedades occidentales se ha aumentado la exposición a diferentes aditivos y contaminantes, habituales en los alimentos procesados, como:
    • Conservantes como nitritos o nitratos en embutidos que pueden producir metahemoglobinemia con cefalea, enrojecimiento, vértigo…
    • Sulfitos, sustancias con acciones antisépticas y antioxidantes, que son aditivos en bebidas como el vino y otras comidas procesadas, y a los que además existen pacientes asmáticos sensibles.
    • Benzoatos.
    • Glutamato monosódico, típico de la comida oriental, que es un potenciador del sabor.
    • Otros como colorantes como la tartracina, antioxidantes y sinérgicos como los ácidos láctico y cítrico.
  • La enfermedad celíaca (EC) es un intolerancia permanente al gluten del trigo, cebada, centeno y probablemente avena que se presenta en individuos genéticamente predispuestos, caracterizada por una reacción inflamatoria, de base inmune, en la mucosa del intestino delgado que dificulta la absorción de macro y micronutrientes. 
  • La que perciben personas a través de las cuales justifican sus síntomas digestivos o los intentan relacionar. Es frecuente que lo achaquen a múltiples alimentos o que todo le sienta mal. En este caso, por tanto, generalmente están asociados a pacientes con trastornos funcionales digestivos (síndrome de intestino irritable y dispepsia funcional) y en su origen se mezclan factores del comportamiento como de expectación o condicionamiento a su aparición y de factores psicológicos, junto con los mecanismos relacionados con estos síndromes funcionales digestivos como la hipersensibilidad a la propia distensión luminal intestinal (visceral), percepción alterada del normal funcionamiento digestivo o un reflejo gastro-cólico exacerbado (reflejo fisiológico de vaciamiento del colon, realizar deposición, tras una comida y por tanto por la distensión de la cavidad gástrica o estomacal).

Esta diferenciación es importante en cuanto en los dos primeros se podrá llegar a un diagnóstico, clínico (reacción causa – efecto más fácilmente identificable) más pruebas de confirmación en los casos de intolerancia a la lactosa o fructosa, y un tratamiento de evitar los alimentos implicados que mejorará los síntomas de forma significativa, de los segundos dónde el abordaje es más complejo, como desarrollamos en sus apartados específicos en esta página web.

Debemos reseñar que se anuncian y realizan múltiples test de intolerancia alimentaria, generalmente mediante muestras de sangre, y de los que no existen estudios o evidencia científica sólida de que tengan una validez para realizar este diagnóstico. En muchas ocasiones llevan al paciente a dietas muy restrictivas con alto riesgo nutricional o a eliminación de componentes de la dieta que la hacen muy simple por lo que inicialmente se nota un beneficio pero que no se puede adscribir a que estemos eliminando un alimento que nos producía daño. No existe en la actualidad Sociedad médica, de Alergología, Digestivo o Nutrición, que los recomiende en cuanto se realizan diagnósticos no validados que conllevan riesgo de un tratamiento inadecuado y posible retraso en el diagnóstico de otro tipo de patologías o enfermedades.

Intoxicaciones alimentarias

La ingesta de estas sustancias va a producir síntomas en todas las personas expuestas según la cantidad ingerida, ya que en este caso hablamos de tóxicos y podríamos decir también de venenos, en algunos casos.

Habitualmente son fácilmente identificables por la aparición brusca y aguda de los síntomas tras la ingesta, en muchas ocasiones, de alimentos en mal estado o mal conservados, o también por la ingesta de ciertos alimentos por personas que desconocen su toxicidad. 

Generalmente conllevan procesos de gastroenteritis aguda, como la infecciosa o por diferentes toxinas (bacterianas como la del botulismo, metales pesados, sustancias químicas como pesticidas o fertilizantes o contaminantes naturales como ciertas setas venenosas) junto con otros síntomas sistémicos según el producto en cuestión. 

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